Punto de partida.

"Las relaciones confunden y lastiman a la gente. Nadie necesita eso" Principalmente yo tenía ese pensamiento y tan errada no estaba.
Tenía aproximadamente 15 años cuando el bichito del amor me picó. Fue tan doloroso, placentero e irónico como un intolerante a la lactosa amante del yogur.
Lo conocí en un esquina y de golpe, algunos dirán casualidad, otros destino, que estaba destinado a ser así; en lo personal lo encuentro como un mal recuerdo, como una de esas memorias que deben ser olvidadas porque sí. Aunque la primera impresión fue buena, con el tiempo sufrió de una metamorfosis y, luego, ya no tenía nada de bueno.
El dolor fue mutuo, había mucho cariño entre medio pero nunca bastaba, tal vez nunca bastó. Las altas y bajas eran frecuentes, rutinarias, pero siempre estaba esa esperanza de avanzar.
Cuando todo terminó abruptamente, la conclusión no fue placentera. Yo no estaba lista para dejarlo ir... a pesar de todo y no estaba lista porque lo amaba.
Lo amaba y aún lo hago, aunque él ya se olvidó de mi, de los planes que tenía conmigo y de todo lo que nos relacionaba como seres destinados a ser uno. Él se olvidó de mí o tal vez me recuerda... cuando está solo o cuando escucha las canciones que yo solía escuchar o cuando está con alguien más, no lo sé. Pero tal vez él me recuerda y eso sería un nuevo detonante para volver al punto de partida, otra vez.

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